domingo, 14 de octubre de 2012

TIC TAC

Apenas había dormido algo, había estado toda la noche contemplando el tic tac del reloj que sonaba sin descanso alguno. Había permanecido inmóvil en todos los aspectos, no se permitía ningún tipo de pensamientos los cuales podrían dañarle la autoestima, aunque la actualmente no debía ser envidiada. Se levantó de la cama aún teniendo la mirada pegada en aquella ventana rectangular y larga que se encontraba en el cabecero de la cama. Cerró los ojos con fuerza, nuevamente los abrió y volvió a cerrarlos. Francamente esta no tenía las ganas sufientes para volver a abrirlos. Tan solo quería desaparecer, escuchar en boca de todos que fue lo que ella quiso. Salió de la habitación de huéspedes, la cual le habían prestado por ser la invitada de la dueña del hogar. Miró a sus dos lados opuestos, ninguno aportaba importancia, todos eran insignificantes... Ninguno valía más que el otro. 
Decidió quedarse parada, hasta que alguien le prestara su ayuda y pudiera continuar viviendo. Temía que la dueña de la mansión pudiera aparecer y encontrarla sin compañía, aunque las posibilidades eran pocas. Esta le había pedido que no estase sola durante todo la noche, nesesitaría de la compañía de alguien para no sentirme menospreciada y sola. La muerte rondaba en mente de esta joven. Aún recordaba el tic tac del reloj, este había sido el acompañante de la muchacha, los dos eran sinceros el uno con el otro, ambos tenían algo en común. Los latidos de la chica y del reloj eran semejantes. Una mano fría y rígida había atravesado sus pensamientos en torno a la muerte, el suicidarse había sido el centro de atención de la chica. 
Ninguno de los dos había iniciado una conversación, aunque ambos no tenían nada que contarse, aquel imaginario hola de la chica y el joven hubieran quedado atravesados en la nada. Ella la miró con frialdad y desconsuelo, no necesitaba de la compañía de nadie que utilizase los cinco sentidos. Él la miraba con inocencia sin querer hacer algo de lo que después pudiese lamentarse. 
La muchacha se dio la vuelta con el propósito de optar por uno de los lados opuestos, nuevamente se arrepintió de haber vuelto a pensar en la realidad que le rodeaba, ya empezaba a acostumbrarse a ser un objeto inmóvil. Había intentado serle infiel a su cuerpo, vivir en el vacío y lo irreal, dejar atras lo que le rodeaba. Era un asunto de cordura lo suyo. Optó por el izquierdo, lo había decidido gracias al consejo del cuadro que colgaba en la pared que bañaba el lado opuesto al derecho. Los cuadros al igual que los relojes eran objetos, y como tales habían servido de fuente de alimentación. Bajó las escaleras con rapidez sin importar lo que pensase el joven de al lado. Este tampoco se quejaba de la situación. La chica del tic tac había optado por lo oportuno y no por lo absurdo. 

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