sábado, 16 de marzo de 2013

FLASHBACK







Mi mirada apagada y fúnebre se funde sobre el suelo infringiendo las normas que ha de cumplir para que otros estén contentos. Es fácil yo obedezco y ellos alegremente siguen su rumbo hacia un lugar sin destino, pero que pensando inútilmente creen en él con la mayor énfasis posible.
Son mis ojos los que escapan de ellos, que todo lo saben, que se ríen y burlan de mi, que hacen que me marchite por dentro. Mi corazón está ajetreado, debido al miedo, debido al cansancio, debido a lo imposible que se visualiza ante mí la situación, la incomodidad forma parte de la cualidad de esta. Noto que al bajar de un escalón de la acera que me estoy obligando a caminar de manera extravagante, no soy yo la que quiero andar, no soy yo la que quiere escapar, son mis pies los que desean no seguir compartiendo el lugar con ellos.
Me duelen los pies, por delante y por detrás, de una manera escandalosamente agonizante. Parezco un insecto de palo, esos que se cuelan en la terraza en verano y que intentas escapar de el por el temor. Es difícil pararme y andar más despacio por varios motivos, uno de ellos es que no quiero seguir siendo vista por nadie... pienso en más motivos, porque aunque parezca absurdo sé que hay más motivos, pero no se me ocurren ninguno.
Termino tropezando, me es inevitable puesto que soy torpe por naturaleza. No es por el calzado ni nada parecido, la identifico en parte por la manera de caminar, por la situación y por el nerviosismo. Sé que todos me miran con recelo, acechándome, con desprecio, pero intento parecer superior. Encajo el casco que antes soportaba mi oído derecho, pero que ahora se encuentra fuera de este, la canción que escucho es una que me vuelve loca por la repetición de veces en la que la he escuchado en este día mientras camino. Su ritmo y palabra me tiene mareada, tanta repetición se me hace aburrida. Pero es el único recurso con el que cuento y por ahora me va bien, al menos en parte me deja escabullirme de todo el ruido que produce esta sociedad en la que hoy vivo. La califico por ruidosa e insoportable. El ruido de los coches y la coa, la gente caminando, las risitas de las imbéciles que se mueren de risa mientras caminan, como si no tuviesen otro momento más oportuno para hacerlo, las voces de uno de los chicos del instituto que se dirige hacia mí provocándome de la manera más ridícula. Pero estoy acostumbrada, puedo saber sin apenas escucharlo cuando se va a producir el ruido identificado, cuando la vocecita absurda del chico bajito, blanco y retorcido se produce sonriendo, los coches pasar soltando todo su mal humo me entra por la nariz consumiéndome de su horrible gasoil o gasolina.

Los pasos me acechan, puedo intuir a alguien detrás mía, pese a que no escucho más que a la repetida canción ensimismada. Dudo en que sea chica o chico, pero algo me hace pensar que es chico por la velocidad que sigue. Sin duda, lo es.
Lo veo adelantarme, cualquiera podría hacerlo por ahora. Mis pies empiezan a flojear y a cada paso aumento la debilitación. Comienzo a pausar cada vez más flojo, sé que hago mal, pero recuerdo <<mi salud es lo primero>> y entonces empiezo a caminar rápidamente.

Miro a los dos costados con recelo y seriedad y contemplo los coches pasar, ninguno decidido a dejarme pasar, pese a que se tratan de pasos de peatones, ya llevo cinco o seis segundos y entonces decido lanzarme sin contemplación hacia ninguno. Uno de los coches me roza, pero salgo viva o eso parece, no miro a nadie aunque sé que todos me miran confundidos, el dueño del coche apenas sabe de mi existencia.
Me obligo a bajar por la cuesta y entonces, en ese momento me encuentro con otra muchedumbre repartida. Es una sensación de vacío, no me gusta caminar sola y menos con el cansancio y el mal humor que hoy consiguen invadirme. Mis últimos pasos son en vano, me refugio en la última calle, en la última acera, en la última llamada que reciben mis órganos vitales para ponerme en funcionamiento. Acabo entrando por una puerta que siempre, no sé porque, me da la sensación de no haber recorrido nunca, sé que mañana volveré a realizar todo el recorrido para nada. Y pasado mañana y así hasta que decida acabar con esta mentira. Que creo, que durará más de lo conveniente.

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