domingo, 17 de marzo de 2013

TODO ES NEGRO, FRÍO Y ABSURDO



La autopista está tan llena de esos trastos que gritan y sueltan ese gas tan mortífero que parece un lugar en el que la tranquilidad y el olor a naturaleza nunca ocupará.

Los pitos suenan al unísono o algunos parecen luchar contra otros, y si es demasiado tranquilo el día uno de tras de otro. Pero hoy es una mezcla entre ambos que lo que hace es que el lugar acabe por convertirse en un infierno más que devorador de almas.
Un coche se sale de la autopista, su dueño con cara de no muy buen día para el más bien gruñendo literalmente, sus ojos se clavan en el terreno, el cual la poca vegetación que tiene acaba por desaparecer continuamente mientras pasan esos gases tóxicos por el lugar, y de manera impredecible se lanza contra este haciendo que dé un salto literalmente hacia atrás para que logre escapar de sus al parecer turbulentos enfoques.
Callo cuando debería quejarme, ahogar un grito, sabiendo que finalmente el dueño de aquel vehículo pasará desapercibido ante este y serán más desventajas para mí. Me siento agitada.
Agitada por el ritmo por el que pasan todos los días mis ojos, porque es sofocante, y no solo tener que escuchar a Haymich gritar, sollozar y ordenarme que haga hasta lo imposible por complacerlo. Porque yo soy la empleada.
Yo soy la que obedece y él manda, porque es superior. A todo aquel que esté en mis condiciones siempre será inferior a este malévolo ser.
Me siento impaciente porque llevo más de veinte minutos esperando que el transporte público llegue, pero estoy cansada, frustrada y tengo hambre y sueño.
Estiro disimuladamente los brazos, porque hasta ahora han estado encogidos, y doy varios pasos hacia delante y atrás.
Me estiro los dedos, bostezo y por último me siento en medio del lugar, deshabitado ahora por personas, vehículos, vegetación y construcción. Todo pareció desaparecer al marcharse el gas tóxico de los coches...
Suspiro y vuelvo a mirar al reloj, las ocho menos cinco. Me levanto bufando, una hora exacta, ni bus ni nada.
La desesperación de todo ese camino que me espera por caminar me conlleva a sufrir un ataque de ira, el sofocante calor de Hedmark me ahoga y siento una oleada de calor recorrer mi cuerpo, por los poros entra ese viento cálido y desde las puntos del cabello siento humedecerse el calor. Me quito la rebeca y la sostengo entre mis dedos con furia deseando hacerla añicos y morderla...
Me estoy mareando, ya que, al caminar siento que me voy haciendo pequeña y que todo lo que parece rodearme se derrite. Todo parece caer con fuerza desde los secos árboles que me rodean en este instante, la última hoja que se suelta de la rama inexistente del árbol se agita danzando por el aire, el aire de un color coral iluminado por las gotitas celestes que van cayendo desde lo alto que parece ser el cielo,entonces la hoja se deja caer en el suelo, el suelo es de color rosa acompañado con un toque de lavanda, y en medio de la calle se abre un gran agujero cada vez más amplio, cada vez más grande, cada vez más profundo, hasta que consigue tragarme...

Ahora todo es negro y tan frío como la noche en invierno. 

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