domingo, 14 de abril de 2013

¿SE PUEDE TOCAR LA MUDEZ?


Sobre la estantería hay un libro de tapa ligera y fondo negro y algo triste. La imagen de dos niños caminando en un oscuro lugar, que parece ser una calle, me influye en mis pensamientos. LAS CENIZAS DE ÁNGELA, me identifico el título y pienso sobre que pueda significar. Lo cojo con aspereza como su autor quiere y leo el nombre de ese dueño. Traspaso algunas páginas, y su palabra me deja claro el contenido. La primera; mi <<padre>> y la última; gran <<país>>
Empiezo a leerlo desde el principio, pero la soledad de mi voz se hace acorde con el silencio, porque ahora no puedo escucharme y utilizar el sentido del oído para comprender la palabra, ahora estoy tan cautiva dentro de mí que he perdido la noción de vivir. De como hacer las cosas sin el ruido. Porque el silencio de este hogar es tan inmenso y duradero que su desaparición sucede al pasar las páginas.
Devuelvo el libro a la estantería y lo contempló desde ese punto de vista. Oigo unos pasos, acercarse... cada paso es una cercanía mayor, amenazante. Me giro un tanto para centrar la vista en la puerta, y paciente escucho la cercanía que se hace mayor del visitante.


Mi mirada se funde sobre el marco de la puerta y con ella da bienvenida a un mortal más en esta estancia. Por un momento mi respiración se corta y se ve sumida con el leve golpecito que me acompaña en mi trayecto, parpadeo un par de veces más deprisa porque parece ser que mis ojos no son lo suficientemente hábiles para proyectar bien el momento. Intacta me doy cuenta de que no es el fallo de mis ojos los que no son capaces de asumirlo, soy yo.
Aún contemplando a ese ser que parece haber salido de un lugar escondido doy un paso adelante, lentamente... mis dientes chocan ligeramente uno contra otros, produciendo así un leve sonido, siento como mis manos y pies tiemblan al unísono, porque es inevitable ponerse nerviosa. Sus ojos, su cabello, su tez... todo, me recuerda a algo que quedo impregnado en el pasado.
Un pasado que parece evolucionar. El parece estar y no estar allí, porque me mira como si no creyese lo que sus ojos proyectan. Suspiro de manera impredecible, es un suspira apenas perceptible lo que hace que el pecho ascienda y descienda de manera cansada. Inspiro ese aire que consigue mantenerme en pie durante estos segundos y todos los de mi vida, espiro de nuevo lazando lo de manera opuesta al anterior, y siento que mis pulmones no tienen suficiente.
Siento como la ira me invade. Estoy a pocos centímetros de ese ser, puedo sentir su aliento cruzar mis poros, puedo sentir como se tambalea sobre el suelo, siento su mirada penetrante, esos ojos negros cruzar el azul de los míos. Y me siento tan cómoda que podría seguir en esta posición si quisiera dejarla. Aunque apuesta por destrozarla.
  • Chloe.- Da un paso por el mismo y muestra una leve sonrisa, los ojos le brillan.
Lo miro confundida, dando un paso hacia atrás.
  • Estás tan bella... como siempre.- Empieza a contemplar, de pies a cabeza, y lo odio, lo odio mucho.
Noto su mirada profundizada en todo mí, y me siento incómoda. Incómoda por su mirada, por su ignorancia, por sus palabras, por todo...
  • Te había extrañado.- Sonríe con más intensidad y se acerca acorralándome en la pared.- Pero ahora ya estás aquí. Nada puede ya separarnos.- Me acaricia la mejilla y lo miro con odio, y el fervor en su mirada me asusta. A tal punto que no puedo soportar más la cercanía.
Sonríe más, y más, como nunca antes lo había visto. Mueve esos labios suyos, pero no oigo nada, porque parece que la sordera se hace presente. Después asiente y se acerca levemente, y siento el calor del contacto de sus labios sobre los míos, se mueven con suavidad y siento la esencia que tanto sabía caracterizarla. Recuerdo como lo hacía, la tentación que sabía manejar en cualquiera y de repente al recordar la antigua conversación que mantuvo en individual lo empujo lanzando lo de mi lado con las manos, empujándolo con brusquedad  Mi mirada es mas que expresiva porque me mira apenado, inmediatamente mi palma se choca contra su mejilla y se sonrojan ambas por el dolor.
Si pudiera hablar...- recuerdo con cierta amargura y desaparezco de aquella habitación.

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