Sobre la estantería
hay un libro de tapa ligera y fondo negro y algo triste. La imagen de
dos niños caminando en un oscuro lugar, que parece ser una calle, me
influye en mis pensamientos. LAS
CENIZAS DE ÁNGELA, me
identifico el título y pienso sobre que pueda significar. Lo cojo
con aspereza como su autor quiere y leo el nombre de ese dueño.
Traspaso algunas páginas, y su palabra me deja claro el contenido.
La primera; mi <<padre>> y la última; gran <<país>>
Empiezo a leerlo
desde el principio, pero la soledad de mi voz se hace acorde con el
silencio, porque ahora no puedo escucharme y utilizar el sentido del
oído para comprender la palabra, ahora estoy tan cautiva dentro de
mí que he perdido la noción de vivir. De como hacer las cosas sin
el ruido. Porque el silencio de este hogar es tan inmenso y duradero
que su desaparición sucede al pasar las páginas.
Devuelvo el libro a
la estantería y lo contempló desde ese punto de vista. Oigo unos
pasos, acercarse... cada paso es una cercanía mayor, amenazante. Me
giro un tanto para centrar la vista en la puerta, y paciente escucho
la cercanía que se hace mayor del visitante.
Mi mirada se funde
sobre el marco de la puerta y con ella da bienvenida a un mortal más
en esta estancia. Por un momento mi respiración se corta y se ve
sumida con el leve golpecito que me acompaña en mi trayecto,
parpadeo un par de veces más deprisa porque parece ser que mis ojos
no son lo suficientemente hábiles para proyectar bien el momento.
Intacta me doy cuenta de que no es el fallo de mis ojos los que no
son capaces de asumirlo, soy yo.
Aún contemplando a
ese ser que parece haber salido de un lugar escondido doy un paso
adelante, lentamente... mis dientes chocan ligeramente uno contra
otros, produciendo así un leve sonido, siento como mis manos y pies
tiemblan al unísono, porque es inevitable ponerse nerviosa. Sus
ojos, su cabello, su tez... todo, me recuerda a algo que quedo
impregnado en el pasado.
Un pasado que parece
evolucionar. El parece estar y no estar allí, porque me mira como si
no creyese lo que sus ojos proyectan. Suspiro de manera impredecible,
es un suspira apenas perceptible lo que hace que el pecho ascienda y
descienda de manera cansada. Inspiro ese aire que consigue mantenerme
en pie durante estos segundos y todos los de mi vida, espiro de nuevo
lazando lo de manera opuesta al anterior, y siento que mis pulmones
no tienen suficiente.
Siento como la ira me
invade. Estoy a pocos centímetros de ese ser, puedo sentir su
aliento cruzar mis poros, puedo sentir como se tambalea sobre el
suelo, siento su mirada penetrante, esos ojos negros cruzar el azul
de los míos. Y me siento tan cómoda que podría seguir en esta
posición si quisiera dejarla. Aunque apuesta por destrozarla.
- Chloe.- Da un paso por el mismo y muestra una leve sonrisa, los ojos le brillan.
Lo miro confundida,
dando un paso hacia atrás.
- Estás tan bella... como siempre.- Empieza a contemplar, de pies a cabeza, y lo odio, lo odio mucho.
Noto su mirada
profundizada en todo mí, y me siento incómoda. Incómoda por su
mirada, por su ignorancia, por sus palabras, por todo...
- Te había extrañado.- Sonríe con más intensidad y se acerca acorralándome en la pared.- Pero ahora ya estás aquí. Nada puede ya separarnos.- Me acaricia la mejilla y lo miro con odio, y el fervor en su mirada me asusta. A tal punto que no puedo soportar más la cercanía.
Sonríe más, y más,
como nunca antes lo había visto. Mueve esos labios suyos, pero no
oigo nada, porque parece que la sordera se hace presente. Después
asiente y se acerca levemente, y siento el calor del contacto de sus
labios sobre los míos, se mueven con suavidad y siento la esencia
que tanto sabía caracterizarla. Recuerdo como lo hacía, la
tentación que sabía manejar en cualquiera y de repente al recordar
la antigua conversación que mantuvo en individual lo empujo
lanzando lo de mi lado con las manos, empujándolo con brusquedad Mi
mirada es mas que expresiva porque me mira apenado, inmediatamente mi
palma se choca contra su mejilla y se sonrojan ambas por el dolor.
Si pudiera hablar...-
recuerdo con cierta amargura y desaparezco de aquella habitación.
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