miércoles, 22 de mayo de 2013

GAME OVER



El mundo es insensato, absurdo, contradictorio e irracional.



Permaneció intacta en ese espacio brusco y capaz de desorientarte aunque hayas pasado por él en más de una ocasión, incluso pudo recordar como en los casos anteriores recorrió la misma acera buscando su destino.
Sintió como una gota húmeda, caliente casi incandescente recorría su nuca, bufó mientras se tocaba tal zona para calmar las punzadas que comenzaban a surgir gracias al contacto del sudor con su piel, la gigante bola de fuego que descansaba con arrogancia sobre el horizonte y el estrés junto al cansancio que había conseguido sentir gracias a los días anteriores en los que Denis la había machacado.
No solo era su jefe, guardián ó todo lo referente a cruél poseedor, era mucho más que eso, demasiado diría ella. Era su sumisa.
Todo el que mantenía algún tipo de relación con aquel ser, en este caso trabajadora del hogar, estaba encarcelado de por vida. Pero ella era fuerte, sabía que era lo que debía hacer y que no para mantenerse con vida. Había aprendido durante ese largo transcurso de su existencia más de un lema. El principal; ``no toda progenitora se hace cargo de sus crías´´.
Cada vez que recordaba tal frase, una imagen resusitaba en su mente; la de un cisne al que todos ignoraban.
Sintió como el corazón machacaba su pecho, sintió como la sangre empezaba a arder por su cuerpo y como retenía entre sus pestañas esas gotas traicioneras que amenazaban con salir en el peor de los momentos.
Suspiró sonoramente y a continuación se animó sosteniendo entre sus manos su corazón, lo mimó de tal forma que en cuestión de segundos ya volvía a recuperarse parcialmente.
Esa sensación de melancolía la invadía cada vez que esos frustrantes recuerdos volvían por sí mismos.
Desolada, se encontraba completamente destrozada, tanto interna como físicamente. Pero estaba acostumbrada, podía vivir con ello, aún inspiraba y espiraba, aunque con un nudo en la garganta, y ya ello suponía todo un reto.
Volvió a mirar hacia la autopista, esa alborotada y tóxica autopista aún seguía impregnada de esos trastos llamados coches.
Divisó varios vehículos, para ser exactos cuatro, pero solo uno consiguió llamar su atención. Un hombre de entre cincuenta y sesenta años, panzudo, bigotudo y muy malhumorado era el dueño de un Land Rover.
Lo miró con más atención, se fijó en como se desplazaba su mano derecha hacia el freno de mano, luego sus mejillas se tornaron de un rojo intenso y, sin importarle nada, se salió de la autopista.
Pasó justo en frrente de la chica, hizo ademán de atropellarla, sonrió picarón y destrozó toda la poca vegetación que quedaba en el lugar con tan solo un aceleramiento, ni siquiera pareció costarle ni el más mínimo esfuerzo.
La joven, por el contrario alzó las cejas como signo de furia, pero no se molestó en lanzar palabras feas que luego el viento se encargaría de eliminar, había aprendido también que la saliva es una sustancia que era solo utilizada para casos valiosos, necesarios.
Se sobresaltó al instante y por suerte, su organismo supo manejar la, saltó literalmente de la acera y dejó paso al panzudo que desapareció del lugar en menos de un instante
Había perdido la noción del tiempo, la curiosidad era algo que no podía dejar atrás, media hora exactamente localizó mirándose el reloj que llevaba en la muñeca izquierda.
Se llevó las manos a rostro, así impidiendo la vista de la violenta sociedad que permitía sucesos como aquellos, intentando evadirse de la realidad.
No había consuelo por ninguna parte, todo era tan imperfecto que se consoló pensando con el mayor optimismo. Aunque a decir verdad, allí no había nada positivo.
Abrió los ojos y comenzó a caminar con sarcasmo, las piernas no le respondían, intentó hacer de la situación la más afable pero no pudo imaginar que bajo sus pies había rosas, tulipanes o claveles, ni siquiera había simples plantas verdes.
No pudo imaginar que en aquel espacio había melodía, tan solo había sonoridad.
No pudo imaginar que el aire olía a esencia dulce ni neutra, solo pudo inspirar ese tóxico aire que acostumbrada no le adquiría importancia.
No pudo imaginar que el mundo era una pequeña peonza con la que juega un niño, tan solo pudo ver una bala en manos de un asesino.
De manera inmediata una voz conocida reinó en su mente cuyas palabras fueron; <<Comprende, que eres un estorbo que creí servir en mi asquerosa vida>> <<Eres igual de inservible que yo>>
Comenzó a correr, involuntariamente, creyó ser incapaz de moverse,pero al contrario solo pudo dar saltos por el aire, tropezar en repetidas veces... para poder escapar de la humanidad.
Vió como todo se movía distorsionado, sintió como todo le daba vueltas aunque no se detenió. Observó un árbol que se encontraba en frente suya, vió como de sus ramitas finas y descuidadas caía una hoja amarillenta, danzó por el aire, el aire por su parte se tornó de un lavanda y del cielo pequeñas gotitas surgían.
Tras perder de vista al árbol solo pudo recopilar el agujero oscuro, angosto y animado que se hacía más ancho, estaba situado a unos diez metros de distancia al de su persona.
Pero no tuvo miedo, no sintió su corazón palpitar entre cuatro paredes apresado, no sintió como cada célula de su cuerpo se descomponía, no sintió tampoco sus dedos temblar al unísono con sus finas y cortas piernas.
Tan solo comprendió que cada nombre es antónimo de su dueño, era fácil, lo comprendía como nunca habia comprendido que nacer significa morir en el intento. Positividad Raudales, su nombre, no solo era su antónimo, sino que formaba parte del juego.

se dejó caer en el profundo y negro hueco que la esperaba y moviendo los labios pudo dejar salir un chirriante sonido que dió por terminado el juego. <<Game over>>

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