El mundo es
insensato, absurdo, contradictorio e irracional.
Permaneció
intacta en ese espacio brusco y capaz de desorientarte aunque hayas pasado por
él en más de una ocasión, incluso pudo recordar como en los casos anteriores
recorrió la misma acera buscando su destino.
Sintió como
una gota húmeda, caliente casi incandescente recorría su nuca, bufó mientras se
tocaba tal zona para calmar las punzadas que comenzaban a surgir gracias al
contacto del sudor con su piel, la gigante bola de fuego que descansaba con
arrogancia sobre el horizonte y el estrés junto al cansancio que había
conseguido sentir gracias a los días anteriores en los que Denis la había
machacado.
No solo era su
jefe, guardián ó todo lo referente a cruél poseedor, era mucho más que eso,
demasiado diría ella. Era su sumisa.
Todo el que
mantenía algún tipo de relación con aquel ser, en este caso trabajadora del
hogar, estaba encarcelado de por vida. Pero ella era fuerte, sabía que era lo
que debía hacer y que no para mantenerse con vida. Había aprendido durante ese
largo transcurso de su existencia más de un lema. El principal; ``no toda
progenitora se hace cargo de sus crías´´.
Cada vez que
recordaba tal frase, una imagen resusitaba en su mente; la de un cisne al que
todos ignoraban.
Sintió como el
corazón machacaba su pecho, sintió como la sangre empezaba a arder por su
cuerpo y como retenía entre sus pestañas esas gotas traicioneras que amenazaban
con salir en el peor de los momentos.
Suspiró
sonoramente y a continuación se animó sosteniendo entre sus manos su corazón,
lo mimó de tal forma que en cuestión de segundos ya volvía a recuperarse
parcialmente.
Esa sensación
de melancolía la invadía cada vez que esos frustrantes recuerdos volvían por sí
mismos.
Desolada, se
encontraba completamente destrozada, tanto interna como físicamente. Pero
estaba acostumbrada, podía vivir con ello, aún inspiraba y espiraba, aunque con
un nudo en la garganta, y ya ello suponía todo un reto.
Volvió a mirar
hacia la autopista, esa alborotada y tóxica autopista aún seguía impregnada de
esos trastos llamados coches.
Divisó varios
vehículos, para ser exactos cuatro, pero solo uno consiguió llamar su atención.
Un hombre de entre cincuenta y sesenta años, panzudo, bigotudo y muy
malhumorado era el dueño de un Land Rover.
Lo miró con
más atención, se fijó en como se desplazaba su mano derecha hacia el freno de
mano, luego sus mejillas se tornaron de un rojo intenso y, sin importarle nada,
se salió de la autopista.
Pasó justo en
frrente de la chica, hizo ademán de atropellarla, sonrió picarón y destrozó
toda la poca vegetación que quedaba en el lugar con tan solo un aceleramiento,
ni siquiera pareció costarle ni el más mínimo esfuerzo.
La joven, por
el contrario alzó las cejas como signo de furia, pero no se molestó en lanzar
palabras feas que luego el viento se encargaría de eliminar, había aprendido
también que la saliva es una sustancia que era solo utilizada para casos
valiosos, necesarios.
Se sobresaltó
al instante y por suerte, su organismo supo manejar la, saltó literalmente de
la acera y dejó paso al panzudo que desapareció del lugar en menos de un
instante
Había perdido
la noción del tiempo, la curiosidad era algo que no podía dejar atrás, media
hora exactamente localizó mirándose el reloj que llevaba en la muñeca
izquierda.
Se llevó las
manos a rostro, así impidiendo la vista de la violenta sociedad que permitía
sucesos como aquellos, intentando evadirse de la realidad.
No había
consuelo por ninguna parte, todo era tan imperfecto que se consoló pensando con
el mayor optimismo. Aunque a decir verdad, allí no había nada positivo.
Abrió los ojos
y comenzó a caminar con sarcasmo, las piernas no le respondían, intentó hacer
de la situación la más afable pero no pudo imaginar que bajo sus pies había
rosas, tulipanes o claveles, ni siquiera había simples plantas verdes.
No pudo
imaginar que en aquel espacio había melodía, tan solo había sonoridad.
No pudo
imaginar que el aire olía a esencia dulce ni neutra, solo pudo inspirar ese
tóxico aire que acostumbrada no le adquiría importancia.
No pudo
imaginar que el mundo era una pequeña peonza con la que juega un niño, tan solo
pudo ver una bala en manos de un asesino.
De manera inmediata
una voz conocida reinó en su mente cuyas palabras fueron; <<Comprende,
que eres un estorbo que creí servir en mi asquerosa vida>> <<Eres
igual de inservible que yo>>
Comenzó a
correr, involuntariamente, creyó ser incapaz de moverse,pero al contrario solo
pudo dar saltos por el aire, tropezar en repetidas veces... para poder escapar
de la humanidad.
Vió como todo
se movía distorsionado, sintió como todo le daba vueltas aunque no se detenió.
Observó un árbol que se encontraba en frente suya, vió como de sus ramitas
finas y descuidadas caía una hoja amarillenta, danzó por el aire, el aire por
su parte se tornó de un lavanda y del cielo pequeñas gotitas surgían.
Tras perder de
vista al árbol solo pudo recopilar el agujero oscuro, angosto y animado que se
hacía más ancho, estaba situado a unos diez metros de distancia al de su
persona.
Pero no tuvo
miedo, no sintió su corazón palpitar entre cuatro paredes apresado, no sintió
como cada célula de su cuerpo se descomponía, no sintió tampoco sus dedos
temblar al unísono con sus finas y cortas piernas.
Tan solo
comprendió que cada nombre es antónimo de su dueño, era fácil, lo comprendía
como nunca habia comprendido que nacer significa morir en el intento.
Positividad Raudales, su nombre, no solo era su antónimo, sino que formaba
parte del juego.
se dejó caer
en el profundo y negro hueco que la esperaba y moviendo los labios pudo dejar
salir un chirriante sonido que dió por terminado el juego. <<Game
over>>